La Constitución del Ecuador de 2008 solo permite la entrada de semillas transgénicas con fines de investigación, pero a pesar de esto, en la mesa de los ecuatorianos es posible encontrar OGM.
Imagen obtenida de La Vanguardia
Los transgénicos son Organismos Genéticamente Modificados (OGM). Estos son creados a través de la inserción genes de virus, bacterias, vegetales, animales e incluso de humanos en una planta o a un animal determinado con el objetivo de alterar su material genético. En el caso de las plantas, este proceso busca conferir a los cultivos alguna propiedad extra, como mayor resistencia a las plagas e infecciones. De esta manera se espera mejorar su rendimiento.
Acerca de esto el ingeniero en biotecnología, Andrés Jarrín, explica que la modificación genética no se da de forma aleatoria. Sumado a esto, Diana Delgado, química en alimentos, recalca la labor científica tras este proceso en pos de garantizar el bienestar del consumidor.
En 2017, Ecuador aprobó el libre ingreso de semillas y cultivos transgénicos para fines de investigación. Esto a pesar de que el artículo 401 de la Constitución de 2008 declara que el país es libre de cultivos y semillas modificadas genéticamente. La medida trajo controversia en medios políticos y científicos. Uno de los argumentos en contra es la defensa de la soberanía alimentaria, pues existe el riesgo de perder especies endémicas al remplazarlas con semillas modificadas.
Este tema se encuentra envuelto en una contradicción. A pesar de que en el país solo está permitido el estudio de las semillas transgénicas y no su cultivo, no existen restricciones en la importación de alimentos que contengan OGM. Ante esto, varias organizaciones ambientalistas y de movimientos indígenas suscribieron una carta en la que declaraban la inconstitucionalidad de la medida, aunque no tuvieron eco legal. La única manera de derogarla es mediante una consulta popular, pero el tema a quedado en silencio.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que los alimentos transgénicos disponibles son inocuos. Es decir, el producto no causara daño al consumidor. Sin embargo, la entidad admite un “riesgo real” de que los organismos modificados afecten al medio ambiente. En otras palabras, la opinión de la OMS sobre los alimentos transgénicos se encuentra dividida.
En "20 respuestas a las preocupaciones de una cantidad de Estados", la OMS menciona que los alimentos transgénicos “no han demostrado riesgos para la salud humana en aquellos países en que están comercializados”. Ante esto, tanto Jarrín como Delgado comentan que es seguro consumir alimentos transgénicos, ya que no existe evidencia científica que pruebe lo contrario. A pesar de esto, la nutrióloga Francis Guaña menciona que tiene cierta reserva al recomendar este tipo de alimentos, que pueden resultar desconocidos, a personas inmunodeprimidas.
Hay que tener en cuenta que este tipo de cultivos se han evaluado minuciosamente, incluso más que los cultivos tradicionales. De hecho, es imposible negar que existe una afección al medio ambiente. Pues existen casos en los que las plagas desarrollan resistencia y resulta necesario usar más químicos. Por otro lado, los genes introducidos pueden saltar a otros cultivos.
Es así que se genera un debate entre lo orgánico y lo transgénico.
Actualmente, la presencia de OGM en la dieta de las personas es evidente, pero en muchos casos no existe conciencia de esto. Por lo tanto es posible encontrar tanto argumentos a favor como en contra, ya sea desde el avance científico o de la soberanía alimentaria.
Reportaje realizado por el equipo de La Ofi.
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