Los teléfonos de la sala de espera de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop) sonaban cada tres o cinco minutos. El ambiente no distaba de cualquier otro trámite de la burocracia ecuatoriana: lento, largo, tedioso, pero, sobre todo, lento. Vemos el reloj de pared, marca las 15:00. Vemos los apuntes de una pequeña libreta que guarda toda la información para la entrevista, dice: “Reunión con el ingeniero Mario Casas, en la sede de la 9 de Octubre, a las 14:00”.
El inexorable tiempo pasa lento y nuestras preguntas para saber dónde está el ingeniero se responden cada vez con menos paciencia. Después de otros 20 minutos, el ingeniero Mario Casas nos recibe con una escueta sonrisa y nos lleva a su oficina.
¿La entrevista? Rápida y poco productiva. El ingeniero solo contestó acerca de los tiempos que demoran la recepción de peticiones de reparación de una calle dañada (una semana), verificación del daño (de una semana a dos dependiendo de la “disponibilidad” de los técnicos en cargados), el procesamiento de la solicitud (entre una y tres semanas) y la reparación de una calle dañada o agujereada (aquí el tiempo es variable, pues depende de qué tan dañada se encuentra la calle) en distintos sectores de Quito.
Cuando preguntamos al ingeniero Mario Casas, cómo podemos agilizar un trámite, pues en un mes o mes y medio es posible que un pequeño daño se agrande, no obtuvimos respuesta. Cuando quisimos saber más sobre los trámites que se pueden hacer para solucionar otros problemas que tienen que ver con las calles de Quito -como recolección de basura, acceso a vehículos de transporte pesado, entre otras cosas- las respuestas se volvieron igualmente escuetas. Por último, el ingeniero Mario Casas solo nos refirió que, si queríamos saber más información sobre el proceso de reparación de calles y el nuevo presupuesto que se quiere manejar para 2024, debíamos dirigirnos al ingeniero Walter Tobar, a quien teníamos que enviar una solicitud, esperar que nos apruebe la visita y nos otorgue una reunión. En fin, el mismo proceso lento, largo, tedioso, pero, sobre todo, lento.
Si bien el Directorio EPMMOP declaró que se aprobaría un nuevo presupuesto para 2024, entre 2022 y 2023, se realizaron reparaciones masivas de las calzadas principales de la ciudad capitalina. Este hecho, aunque necesario para el mejoramiento de la vialidad de la ciudad, no favoreció a los barrios periféricos. En 2022, el presupuesto para la reparación de todas las calzadas de Quito era de 70 millones, cuatro veces más que el presupuesto anual con el que cuenta la alcaldía de la ciudad.
Datos estadísticos de la Epmmops - Diagrama de Carlos Suntaxi
No solo varió el presupuesto de la rehabilitación vial, sino también el presupuesto de mejoramiento de infraestructura vial que tuvo que cuadruplicarse.
Datos estadísticos de la Epmmops - Diagrama de Carlos Suntaxi
Estos aumentos de fondos, terminaron por centrarse en las calles principales de la ciudad, ya que también hubo demoras y reconstrucciones de algunas vías principales. Este hecho terminó por relegar o aplazar las reparaciones de las calzadas de los barrios más alejados del centro de la capital.
Mientras tanto, en las entrañas del barrio La Ferroviaria Alta, los agujeros que se forman en las calles y vías alternas a la calzada principal, todas hechas de adoquín, son un problema constante que termina por aquejar a la comunidad. No existe una planificación para cambiar el adoquinado por un asfaltado más duradero y más seguro, algo de lo que sí gozan los vecinos de La Ferroviaria Baja. Incluso el adoquinado que acompañó por años a este barrio se muestra deteriorado.
Según versiones de los vecinos del barrio, cada dos o tres meses siempre aparece un pequeño bache en las quebradizas uniones de los adoquines. Aunque los moradores están acostumbrados a la aparición de irregularidades, lo que no aceptan, es que la reparación de esas pequeñas fallas suceda solo cuando el bache se convierte en un hueco de uno o dos metros de largo y una profundidad de unos cincuenta centímetros.
Álvaro Ortiz es uno de los afectados por la tardanza en la reparación de las vías. Trabaja como taxista desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche. Nos comenta que, en plena oscuridad, cuando regresaba a su casa por la vía Eduardo Marley, un hueco “imposible de ver a esas horas de la noche” terminó por dañar la parte frontal de su taxi. “120 dólares me costó reparar esa pendejada” exclama con indignación.
La verdad es que no es el único que sufrió accidentes en el sector, pues el hueco pasó de ser uno a multiplicarse por tres. Tres baches seguidos están en medio de una calle muy transitada. Cruzar de noche por ese sector se vuelve un juego de azar para el conductor que solo puede esperar no caer en uno de los huecos.
Baches captados en la calle Eduardo Marley – Foto: Fabricio Corrales
Si bien las gestiones realizadas por el presidente del barrio, Víctor Toapanta, no se hacen esperar, la respuesta del Municipio se vuelve lenta y termina por ser contraproducente para el bienestar vial del sector. Además, la mala planificación de la reparación de las calles termina por generar pequeños rellenos que solventan el problema de forma provisional y genera problemas futuros con nuevas irregularidades.
Irregularidades en las calles de la Ferroviaria Alta – Foto: Edison Ruiz
Este inconveniente que presentan las calles provoca que no se realice la recolección de basura en ciertos lugares del barrio. Los vecinos de la calle Sixto Molina deben caminar al menos una cuadra para poder botar la basura de sus hogares. Marcelo Perugachi, arquitecto que vive en esa calle desde hace seis años, nos comenta: “es peligroso, tenemos que ir a botar la basura casi hasta la calle principal porque el camión no pasa por aquí, a veces son las siete u ocho de la noche y siempre hay riesgo con la delincuencia”.
Tal como Marcelo Perugachi, varios vecinos del sector exigen una buena planificación para que las calles no se dañen constantemente y así evitar privaciones de servicios tan necesarios como la recolección de basura. Incluso, para los vecinos del sector que tienen automóviles, es vital que las vías estén en buen estado para evitar que algún accidente inesperado, a causa de la inestable condición de la calzada, les haga gastar una fuerte suma de dinero en la reparación de sus autos, dinero que muchas veces no tienen.
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