top of page
mediafacso

Se profundiza el desamparo de los perros sin hogar en las calles de Quito

Actualizado: 27 may 2024

Créditos:

Editora de sección: Cesar Salazar

Reportería:  Fabricio Corrales, Joseph Quimbiulco y Paola Pastuña 

Editores multimedia: Brandon Garcés 

Foto reportero: Henry Simbaña, Lady Guzmán y Emily Castelo



La vía a Conocoto desde Quito es conocida como la “loma de los perros”. En la madrugada, suelen aparecer camionetas que suben y dejan salir a los caninos de sus cajones para que hagan de la calle su nuevo hogar. Esto ha ocurrido durante algunos años, y los perros se han ido acumulando en manadas. Muchos de ellos buscan refugio y comida, de arriba abajo, por todo el sector aledaño, su nuevo y cruel hogar. En la última década, la parroquia de Conocoto ha enfrentado un aumento alarmante en el número de perros callejeros, y algunas de sus calles se han convertido en un refugio improvisado para estos animales desamparados.


La calle Princesa Toa, que alguna vez fue una ruta transitada, ahora se utiliza como uno de los mayores albergues de perros callejeros en la ciudad, con alrededor de 125 canes deambulando por sus aceras y terrenos baldíos. Según testimonios de residentes locales, como Mario, quien ha vivido en el sector durante 25 años, "antes, cuando la calle era empedrada y el tráfico vehicular era constante, la presencia de perros callejeros era mínima.

La gente no se arriesgaba a dejar a sus perros porque podían causar un accidente. Pero todo cambió con la renovación de la calle". Una vez pavimentada, el abandono gradual de la calle y el cese del tráfico vehicular fueron los factores que llevaron a utilizarla como un punto para dejar a sus mascotas no deseadas. Esto, combinado con la llegada de perros abandonados de otras áreas, creó una comunidad de perros sin hogar en la calle. Sin embargo, no es el único sector que tiene este problema.

 

 El barrio La Ecuatoriana, en el sur de Quito, es donde existe la mayor densidad de perros en condición de calle por kilómetro lineal. Doña Meche, vendedora del mercado local, compartió su perspectiva sobre los perros callejeros. Según ella, su presencia varía mucho con las estaciones. En verano, el lugar se llena de perros, pero cuando llegan las lluvias, desaparecen. Algunos se aventuran hacia la quebrada cercana, mientras que otros encuentran refugio en los lotes baldíos que podrían convertirse en parques pronto. Lo más intrigante fue escuchar sobre la leyenda urbana que rodea a estos perros. Doña Meche mencionó que algunos vecinos creen que los perros desaparecen misteriosamente porque podrían estar siendo faenados ilegalmente en un matadero cercano, suministrando carne de perro a lugares desconocidos del sur de Quito.

 

Explorando un lote baldío donde se suponía que se reunían estos perros, se siente la ausencia de los canes en esta época de lluvia. Los residentes locales comentaron sobre una camada reciente que seguía a una perra en celo, pero al llegar al lugar, no había rastro de la supuesta "catástrofe de salubridad de perros callejeros" que algunos moradores mencionaban.

 

Por otra parte, la parroquia de Llano Chico, en el norte de la ciudad, no solo enfrenta el problema de perros callejeros, sino también la falta de empatía hacia ellos. Algunos habitantes del lugar tienden a maltratarlos e incluso a inducir su muerte.

 

Las autoridades municipales, mediante la Unidad de Bienestar Animal (UBA), han abordado el problema con campañas de esterilización y tratamiento de los perros callejeros, pero la presencia de estos plantea preguntas sobre la efectividad de estas medidas. ¿Es esta una falla en la regulación y aplicación por parte del gobierno local, o una manifestación de una falta de conciencia ciudadana más amplia?

 


La visión sobre la cual se sustenta la UBA es: "Alcanzar una cultura de convivencia armónica con la fauna urbana, garantizando el respeto a los derechos de esta, en beneficio de la salud pública del Distrito Metropolitano de Quito". Por lo tanto, se entiende que su labor también consiste en sensibilizar a la ciudadanía para mejorar la calidad de vida de todos los animales.

 

En una entrevista con el concejal independiente Fidel Chamba, sobre la importancia de un cambio de leyes respecto a los perros en situación de calle, expresó: “Es importante tener una política pública desde lo institucional. El problema de los animales en situación de calle tiene muchos aspectos relacionados: problemas de salud pública, políticas públicas y entes rectores por parte del Distrito Metropolitano de Quito que puedan realizar acciones de carácter concreto”. A la par, comentó que este cambio no afectaría a ningún interés político; lo que desean es observar, corregir y establecer la UBA, así como la concientización de la tenencia responsable de mascotas.

 

"Las leyes deben ser más rigurosas, y el castigo por alguno de estos delitos debe ser más fuerte. Aunque la ley establece de seis meses a un año de cárcel, considero que la vida de un animal vale más", comentó el concejal.

 

La presencia masiva de perros abandonados en estos y otros barrios representa un dilema que va más allá de un simple problema animal. Refleja las complejidades de la relación entre los ciudadanos, las mascotas y las autoridades municipales, y subraya la necesidad de una acción coordinada para abordar esta preocupante situación. Algunos habitantes de estos barrios afirman sentir que esos animales son como mascotas de todos. Son perros que comen, viven y duermen entre las casas, pero no dentro de ellas.

 

Además, en la parroquia de Llano Chico, hay problemas con algunos moradores que no toleran a los perros, y mucho menos a los callejeros. Mientras realizábamos la entrevista en el sector, uno de los moradores interrumpió con sus gritos amenazando que iba a matar al pitbull abandonado hace pocos días. La señora Teresita, una habitante del sector, resignada, comentó que no es la primera vez que el sujeto hacía eso, y tampoco era el único. En el barrio, la pelea más frecuente es por los perros. “Algunos los quieren atropellar, otros nos ponemos en medio de la vía para evitarlo, y lo más triste es que los hijos de estas personas están aprendiendo las malas mañas, les tiran piedras y tratan de patear a los perros. Menos mal que ya existen leyes, se han hecho campañas de sensibilización; a los niños una advertencia y quedan quietos, a los mayores es una patrulla.”

 

Diana Isabel, fundadora de Colitas Felices, comentó en una entrevista la importancia de la sensibilización en la sociedad. Dice que la UBA siempre ha estado allí para ella mediante las distintas campañas de esterilización y vacunación y ha sido de gran ayuda para sus rescatados. “Los animales no son objetos, son seres sintientes. Son felices cuando llegas a tu hogar, están tristes cuando te vas. Lamentablemente, en pleno siglo XXI, algunas personas los utilizan como objetos, regalos desechables, los maltratan, los patean. Incluso existen casos que han ido a juicio porque a uno lo mataron”, afirmó. Muchas rescatistas están de acuerdo en que se necesitan más leyes para la seguridad de los caninos, más apoyo a los refugios y una sensibilización hacia las personas que tienen un animal doméstico o planean tener uno. “No comprar, sino adoptar”, afirman.

 

La solución a largo plazo probablemente requiera un enfoque integral que combine medidas regulatorias con campañas educativas dirigidas tanto a los propietarios irresponsables como a la comunidad en general. No debería ser solo responsabilidad de las autoridades el cuidado de estos animales. Cada ciudadano debe empezar a colaborar con el cuidado de su propia mascota, y si tienen la posibilidad, con más animales o aportando a refugios. Las ciudades son ecosistemas, al igual que cualquier otro en la superficie de este planeta, y toda su fauna merece una vida digna.

0 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page