Redacción: Karen Vizcaíno, Danna Guerrero y Wilton Sánchez
Infografía: Jossue Goyes
El acoso sexual es un tipo de violencia que ocurre en la comunidad universitaria hace varias décadas. Según registros de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), el 27% de estudiantes sufre acoso sexual por parte de sus docentes dentro de las universidades públicas ecuatorianas, aunque estas cuentan con protocolos para la prevención, atención y sanción de los casos de violencia sexual y de género.
El diario cuencano El Mercurio menciona que: “hay un estudio denominado Medición del Acoso Sexual en la Universidad de Cuenca 2020 – 2021, que confirma la violencia que hay en los espacios universitarios. Este reveló que un 50,2% de mujeres ha sufrido alguna situación de acoso sexual alguna vez mientras está en esta universidad, que tiene un aproximado de 16.000 estudiantes. También mostró otros datos como: “que un 89,3% de la población femenina consultada ha sufrido acoso verbal; y un 90,4% acoso no verbal”.
Por otro lado, el diario La Hora, de Quito, señala que: “el llamado ‘Estudio de prevalencia del acoso sexual en las Instituciones de Educación Superior del Ecuador’, en el que se encuestó a estudiantes, docentes y personal administrativo, refleja que el 52% de las estudiantes de género femenino ha sufrido alguna forma de acoso sexual”. Asimismo, “al menos una vez, durante su vida académica, 5 de cada 10 mujeres han sido acosadas, según detalla una encuesta realizada en cuatro universidades de la capital”.
Desde el año 2017, la Universidad Central del Ecuador (UCE)cuenta con un Protocolo General para la Prevención, Atención y Sanción de los Casos de Violencia Sexual y de Género. Sin embargo, no prosperan las denuncias, mientras que las y los estudiantes buscan garantizar su seguridad en los espacios educativos, que se han convertido también en espacios de violencia.
Milena Almeida, docente universitaria e investigadora, mencionó que: “en el ámbito educativo todo proceso, toda acción que esté dada sobre una naturaleza sexual genera una relación de autoridad. Cuando prevalece una situación de autoridad se está generando, sobre todo, mecanismos en los cuales la víctima termina siendo chantajeada, hostigada y enfrentando un ambiente de incomodidad”.
A pesar de que el protocolo está vigente, existen varios casos de acoso sexual dentro de la UCE. Carol (nombre que usaremos para proteger su identidad), es una estudiante de la carrera de Derecho de esta universidad y es parte de esta estadística. Así lo menciona: “en este sistema autoritario tienes miedo y te sientes vulnerada principalmente por los docentes. Es un tema que nos afecta de forma psicológica a las víctimas. En pleno siglo XXI tengo que pensar en qué ropa usar para no provocar a los agresores. Desde el semestre pasado tuve un profesor que hacía todo tipo de comentarios refiriéndose a las chicas, lo que era chocante. Personalmente conmigo fue una vez. Cierto día tuve que ir con tacos a la universidad por una exposición, y como me sentía muy cansada decidí pedirle a mi amiga que me acompañara a encargar mi mochila al docente. Cuando llegamos, hizo un comentario de vengan a mí o vengan a mis brazos no estoy segura”.
Las estadísticas marcan un problema muy preocupante, el silencio. Las víctimas deciden no denunciar. En una entrevista, con Sarahí Calderón, psicóloga por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), nos mencionó que: “el acosador o acosadora manipula la mente de su víctima generando inseguridad en su entorno familiar o social. La persona que acosa a otras personas se asegura de que el individuo acosado no cuente ni exprese su malestar, con el fin de lograr su objetivo, en este caso la intimidación, lo cual desencadena actos violentos y vulneración”.
Para Carol, el silencio fue la única opción, aunque tomó prevención, así lo cuenta: “francamente no he hecho nada, simplemente he tomado medidas para mi seguridad, es decir, aprender a defenderme un poco más. En cuanto a los docentes, me da rabia. Ahora tengo que cuidar de mi vestimenta y procuro nunca estar sola. Es más, evito tener acercamiento con los profesores”.
Los espacios educativos dentro de la universidad se ven afectados por los roles de poder que se crean. Las personas violentadas, como Carol, no tienen respaldo alguno, pues como nos lo mencionó Jenny Zapata, ex profesora de la UCE: “el victimario se convierte en un ser de poder, es decir, tiene la mentalidad de que puede hacer lo que quiera con la otra persona. Su mentalidad se ve enfocada en crear inseguridad. A causa de esto, la víctima genera un shock, perdiendo así el control y la autonomía de su ser. La persona que acosa se alimenta del miedo de la víctima, creando cada vez más poder”.
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