Ingreso principal de la Universidad Central del Ecuador. Av. América. Foto: Camila Guerrero
Quito, 13 de mayo de 2024
Lo pensaba una y otra vez. Mi mente daba vueltas con la misma pregunta, ahí sentada frente a la pantalla del computador, mientras mis manos sudaban. ¿Será que esta vez sí será posible ingresar a la universidad?
Eran las 7:00 del martes 9 de abril de 2024, un día lleno de expectativas y miedos. Me levanté muy temprano para dejar todo arreglado en casa y poder hacer un recuento de lo estudiado. Aunque, a la hora de la verdad, con la presión de rendir el examen, todo se olvida.
Treinta minutos antes del mediodía, encendí el computador e intenté ingresar a la plataforma de la Universidad Central del Ecuador. La página estaba colgada, pensé que al dejarla cargar unos minutos se estabilizaría. Pero no fue así de fácil.
Escribía sin parar mi usuario y contraseña, y lo que leía era “acceso inválido”, “credenciales incorrectas”. Intentaba una y otra vez, pero nada a mi vista cambiaba, solo los minutos aproximándose a las 12:00, hora de inicio del examen.
Esto ya lo había vivido. Aun así, la desesperación en cada intento aumentaba. Eran las 12:00 y la presión se adueñó de mí. Definitivamente, no pude acceder a la plataforma. Intenté en el computador, como en el celular y hasta en la web libre en modo incógnito. Nada funcionó.
Estaba completamente sola, con ganas de llorar. Estaba molesta con mi computador, pues pensaba que todo pasaba porque estaba descontinuado, así que corrí a donde un vecino para que me ayudara. Hice el mismo proceso en su ordenador, pero seguía apareciendo el mismo mensaje: “acceso inválido”.
El tiempo corría, cuando me percaté ya eran las 14:30, se acercaba el último horario de evaluación y no conseguí acceder al sistema.
Es el testimonio de Catalina, una joven colombiana que reside desde hace tres años en Ecuador. Desea estudiar idiomas, ya sea inglés o francés, en la Universidad Central del Ecuador (UCE). Sin embargo, su camino no ha sido nada fácil para conseguirlo.
El número de años que lleva en Ecuador es igual a las veces que ha intentado obtener un cupo en la educación superior pública en Quito, pero siempre se presenta algún inconveniente. Sus posibilidades de pagar una educación privada son nulas.
— Lo he pensado, pero es demasiado costoso — menciona Catalina.
Ella depende de sus abuelos, quienes no tienen un ingreso mensual favorable. Por este motivo, trabaja los fines de semana y, en ocasiones, entre semana; sin embargo, lo que gana es muy poco. Piensa la manera de sustentarse y ayudar a sus abuelos. Quiere alcanzar sus metas, tener su profesión, pero no le es posible.
Cuando vi que no pude rendir la prueba, el mundo se me vino abajo. Agarré el celular y entré a las páginas de Facebook y TikTok de preuniversitarios. Vi que no fui la única con este problema, que a muchos postulantes les pasó igual. Algo en mí se tranquilizó.
Así que le escribí al ingeniero con quien me capacité para rendir el examen y me dijo que escribiera en las publicaciones de las páginas oficiales de la universidad en Facebook, ya que era más fácil que respondan por ese medio que por correo. Efectivamente, así fue y me reprogramaron la prueba para el sábado.
El sábado estaba más centrada, aunque nerviosa. Tras varios intentos, pude ingresar a la plataforma. Rendí la evaluación y me fue bien. De 120 preguntas acerté 102. Obtuve 910 puntos, más que suficiente para mi carrera, que me exigía un puntaje de 830. Pero, cuando todo parecía perfecto, apareció un nuevo problema.
Catalina se ha esmerado por conseguir un cupo en la universidad pública del Ecuador. Las condiciones en su país la obligaron a salir a buscar algo mejor para su futuro y el de sus abuelos. Ella terminó sus estudios secundarios en Colombia y ese fue el nuevo obstáculo que se le presentó.
Nunca me han dejado creer que sí se puede. La primera vez que iba a postular, me dijeron que podía acceder solo con el pasaporte. ¡No pude! Luego me exigieron visa, pero tenía 17 años, por lo que tuve que esperar a cumplir la mayoría de edad para sacarla y tramitar mi postulación, pero seguían apareciendo problemas.
En el segundo intento de Catalina, las cosas cambiaron más. Ya lo tenía todo para acceder a un cupo en la Universidad Central para estudiar la carrera que anhela, pero el haberse graduado en Colombia se lo impidió.
Me daba rabia. Aparecía todo en 0. No pude postular porque el título de bachiller estaba mal homologado, no constaba en el sistema, no tenía calificaciones.
Catalina ha destacado siempre en sus estudios. Ha sido la mejor de su clase en la escuela y colegio. Ha obtenido varios méritos académicos a lo largo de su vida estudiantil. Sin embargo, nada de eso importa ahora. Ella se ha encontrado con la otra realidad que viven los jóvenes una vez que egresan del colegio.
Esta es la tercera postulación que realiza. Todo parecía estar bien, su puntaje era muy bueno. Sentía que, finalmente, su esfuerzo había valido la pena. Pero no todo salió como lo esperaba. La situación se volvió más gris, cuando apareció todo en 0 en la plataforma de la universidad. Parecía que no hubiera rendido la evaluación, no tenía ningún puntaje.
Las dos veces primeras que intenté y fallé me pegaron muy duro. Pero aun así continué insistiendo. Semanas después de la evaluación no comía, lloraba, gritaba, me sentía tan mal. Yo creo que esta es la última vez que lo intento, la verdad. Me duele más por mi abuela, porque ella es la que siempre ha estado ahí soñando mis sueños y me dice que no quiere irse de este mundo sin verme convertida en una profesional. No saben lo frustrante que es eso.
Este es el problema más grande que ha tenido Catalina, ya que no le dan razón de qué hacer en esta tercera postulación. En los dos años anteriores al menos la direccionaron para que volviera a intentar, pero esta vez no fue así. Se ha acercado a hablar a la universidad y a la Senescyt (Secretaría Nacional de Educación Superior Ciencia y Tecnología) y no ha obtenido respuesta.
Andrés Román, actualmente está encargado de la Dirección de Diseño y Evaluación de Políticas Públicas de Fortalecimiento en la Senescyt. Anteriormente, fue parte de la Subsecretaría de Acceso desde el 2019. Esta última fue responsable del examen de acceso universitario, tanto de nivelación como para las diversas carreras profesionales.
Andrés está por cumplir 9 años dentro de la Senescyt, tiene el conocimiento y la experiencia suficiente de cómo se manejan los casos estudiantiles y las ventajas y desventajas del proceso de admisión universitaria.
Él menciona que la devolución de la responsabilidad del examen de ingreso a cada universidad es un retroceso total, ya que la decisión de quitarle esta potestad a la Senescyt fue impulsada por la desinformación. Cuenta que los postulantes y sus familiares se quejaban del proceso de admisión, porque creían que la Senescyt obligaba a los estudiantes a seguir algo que no querían.
En realidad, mucha gente se quedaba sin cupo para rendir el examen o por fuera del acceso por los puntajes, porque hay una brecha muy fuerte en lo que concierne a educación media, educación básica y bachillerato. Esto se debe a que, al momento de rendir un examen estandarizado, los postulantes se percataban de cuánto le hace falta al sistema educativo preparar bien a sus bachilleres.
Hay que ver también la capacidad operativa de las universidades. Con Senescyt tenías hasta cinco postulaciones a una carrera. Hoy por hoy entiendo que tienen como máximo dos, entonces ¿cuántas personas se quedan por fuera del sistema ahora que manejan las universidades directamente el acceso? Comprendo que lo que hicieron fue implementar o adaptar en las universidades un microsistema con el que, de igual manera, hacen las pruebas estandarizadas y hay un puntaje. Básicamente es lo mismo. Lo que se hizo fue deslindar el proceso y trasladarlo de un lado a otro.
Al permitir que la universidad maneje directamente el acceso, no sabes si finalmente está cifrado el sistema, si no tiene vulnerabilidades, si la gente, por temas de corrupción, paga y te habilita un cupo. Con Senescyt se tenía un sistema totalmente cerrado, en el que por más que tú tengas méritos o cualquier otra cosa, tenías que competir a nivel nacional, porque debías demostrar que merecías ese cupo en la universidad, ya que muchos lo que hacen es quitarle la oportunidad a alguien más que sí quiere estudiar. Pero ahora hay un sistema más discreto del que no se espera mucho.
Senescyt manejaba el sistema de acceso de manera abarcadora. Sí, por ejemplo, teníamos 160.000 cupos habilitados a nivel nacional, pero postulaban 500.000, por supuesto que no todos alcanzaban, pero se lo ganaban y tenían diversas opciones para hacerlo. Se habla de un sistema macro, abarcador, que tenía centralizado todo. No es lo mismo, por ejemplo, decir que la Universidad Central tenga 75.000 cupos disponibles y postulen 150.000 personas. ¿Cómo están manejando aquello?
Andrés remarca que ahora hay un concepto de autonomía universitaria y con ello las universidades dejan hacer, dejan pasar y no atienden los casos de los estudiantes que han tenido problemas en su proceso de admisión. Ni Senescyt, ni nadie puede intervenir. Todo queda en manos de cada institución universitaria. No obstante, eso precariza los procesos, no da mayor apertura y no le garantiza nada a nadie, asegura.
Por otra parte, nos encontramos con la historia de Salomé, una estudiante que, como muchos jóvenes, tuvo inconvenientes al momento de rendir la prueba. Ella pide que le den una solución, porque no fue su falla, sino del sistema. Tiene ganas de ingresar a la carrera que tanto soñó durante mucho tiempo, en la que ella llama su queridísima Universidad Central.
Salomé cuenta que su proceso para rendir la evaluación de admisión fue bastante agobiante, pues tenía asignada la hora para rendir el examen, pero a diferencia de los demás postulantes, jamás le llegó el enlace ni la credencial para acceder a la plataforma y rendir la prueba.
Llegó el día en el que se determinaría su destino académico, estaba nerviosa, pero con sus conocimientos sólidos para enfrentar lo que venía. Se preparó durante mucho tiempo. Era cuestión de un par de horas para obtener el resultado de su esfuerzo y dedicación. Fue asignada para que rindiera el examen el lunes 8 de abril a las 12:00, pero llegó el último minuto antes de iniciar y a su correo electrónico aún no le llegaba ninguno de los datos necesarios de acceso.
Al ingresar, no tenía ni siquiera la credencial, tuve muchos inconvenientes porque la plataforma no me dejaba ingresar para rendir el examen. Eso fue un obstáculo total, ya que al tratar de ingresar perdí mucho tiempo y cuando lo logré ya me quedaba menos tiempo del estimado. Al final obtuve un puntaje bajo, ya que no llegué a completar la prueba. El estrés y tensión del momento tampoco jugaron a mi favor.
Para mí fue muy injusto, no tuve tiempo para rendir bien el examen. Y esto no fue porque se me fue la luz, la computadora no estuviera en condiciones o por falta de conectividad, sino porque el área encargada del proceso de admisión no me envió los datos oportunamente para rendir la evaluación. De por sí, las preguntas del examen están diseñadas para confundirnos. Entonces, no pude responder a todas las interrogantes con el tiempo en contra.
Pedí por correo electrónico que me ayudaran con la reprogramación del examen por el inconveniente que tuve y adjunté capturas de lo sucedido, pero no me han dado respuesta, ni siquiera para decirme que no era posible o que no cumplía con los requerimientos que se necesitaba para reprogramar la evaluación.
Salomé anhela estudiar educación inicial y esta es la primera postulación que realiza en la UCE. Comenta que la dirección de admisión requería capturas de pantalla como prueba de los inconvenientes que tuvieron los postulantes. Procedió de ese modo, pero, al igual que Catalina, no ha podido solventar su inconveniente.
Sentía ganas de llorar, frustración, sentimientos encontrados. Me atormentaba pensar si el puntaje que obtuve fue bajo, porque no alcancé a responder todas las preguntas. Pero menos mal tenía a un amigo a mi lado, quien me alentó y también rindió el examen en la mañana. Él tampoco sabía qué hacer para ayudarme a ingresar a la plataforma, es que nadie nos capacita para eso. Mi amigo fue mi soporte para no colapsar en ese momento.
Yo sí tengo la esperanza de que me ayuden. No es justo que me quede sin estudiar por culpa de la plataforma. Envié el formulario requerido, la evidencia de lo que me pasó y de verdad espero que me den alguna solución porque el puntaje que obtuve no es favorable para nada.
A diferencia de otras universidades, la Central es una de las pocas que llena todos sus cupos en tan solo dos postulaciones. Esto refleja la gran demanda de estudiantes que tiene y el reto de copar esos cupos adecuadamente. Hay que tomar en cuenta que, para este nuevo proceso, se amplió a 7.000 el número de asignaciones para todas las 69 carreras existentes.
El proceso de admisión a la Universidad Central es técnicamente el mismo de las otras instituciones públicas de educación superior. Primero, los estudiantes se registran en la plataforma de la universidad a la que desean ingresar para luego realizar su inscripción. Posteriormente, se les asigna un día y hora para rendir la evaluación, que es elaborada por cada universidad/facultad. Los postulantes la pueden resolver desde casa o, si no cuentan con las condiciones necesarias, deberán hacerlo desde la institución en la que buscan obtener un cupo.
El proceso continúa con la postulación, la asignación de cupo y la aceptación. Al final, luego de haber concretado todo este proceso, las autoridades obtienen la matriz de tercer nivel, que corresponde al listado de estudiantes que lograron obtener un cupo para el nuevo periodo educativo.
Cabe recalcar que, en este periodo, el récord académico del bachillerato tiene un gran peso del 75% para acceder a un cupo en la educación superior. Mientras que la evaluación psicométrica y de aptitudes que toma cada universidad equivale al 25%. En las instituciones secundarias, los estudiantes pueden alcanzar 750 puntos, si obtienen una calificación perfecta, es decir, 10/10. Los 250 puntos restantes se logran en la evaluación de admisión que prepara cada universidad.
Julio Lara, coordinador del proceso de admisión y en representación de la autoridad de la Dirección General Académica, Alfonso Isch, brindó su versión del tema y lamentó que la desinformación externa haya atrofiado el proceso. Pseudocomunicadores, manifiesta Lara, tomaron información de los canales oficiales de la UCE para retransmitirla, pero inadecuadamente.
Tenemos casos de chicos que no pudieron acceder porque se dejaron guiar por personas que no sabían. Que, si aquí está el enlace, copia y pega allá, pero no era así. La evaluación funcionaba de la siguiente manera: cada estudiante tenía un enlace específico. Al momento de copiar otro enlace que no les correspondía, no podían acceder a la plataforma. Entonces ese fue el problema por el que la gran mayoría de postulantes vinieron a quejarse acá.
Cuando recibimos estas quejas, le pedíamos que nos mostraran el enlace. Por ejemplo, hubo un caso en particular que nos respondió que un profesor le estuvo ayudando en la preparación del examen y fue quien le envió el enlace, pero no servía. Al momento de mostrarnos su correo, se evidenció que al estudiante le correspondía “admisión 1” y él estaba intentando ingresar a “admisión 3”.
Hay muchos errores de estos y otros también. Como, por ejemplo, no revisaban los correos no deseados y los chicos deducían que no les había llegado la información de nuestra parte, cuando fue que no pusieron la suficiente atención.
Claro que ofrecemos una reprogramación a los chicos, pero para acceder a ella se deben considerar ciertos criterios, no es para todos. La reprogramación se la otorga a jóvenes que tienen problemas de conectividad, se les fue la luz o tuvieron algún inconveniente con sus aparatos electrónicos, pero no por argumentos de querer mejorar la calificación o que cometieron un error al no percatarse del correo electrónico.
Pienso que también el trabajo que se realiza para responder las inquietudes de los postulantes es bastante bueno. Además, ahora con la ayuda de las redes sociales, casi todo se resuelve solo e instantáneamente. Si bien, los comentarios abundaban en cada publicación posteada con respecto al proceso de admisión, nuestro equipo técnico también iba solventando dudas. De esta manera, las inquietudes se fueron disipando.
En medio de las vicisitudes y desafíos que enfrentan miles de jóvenes como Catalina, Salomé y tantos otros, surge un llamado urgente a la reflexión y la acción. La narrativa de sus luchas y obstáculos en el acceso a la educación superior pública pone de manifiesto la complejidad de un sistema que, pese a los esfuerzos individuales, sigue dejando a muchos al margen de sus aspiraciones.
Ante este panorama, es pertinente, como lo piden Catalina y Salomé, hacer un llamado a las autoridades para que sus casos y los de todos sean escuchados y no desechados. Abogar por un proceso que garantice equidad y transparencia en la admisión universitaria. Que se reafirme el compromiso con el acceso universal a la educación y trabajar por un futuro donde cada talento encuentre su espacio, donde cada estudiante tenga la oportunidad de prepararse profesionalmente y donde nadie se vea limitado por circunstancias más allá de su control.
Editora: Julixy Cedeño
Reporteros: Dayana Chicango y Michael Segovia
Fotografía: Camila Guerrero
Edición multimedia: Heydi Paca
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