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Víctimas de violencia de género piden que sus casos no queden en la impunidad

El miedo, al igual que sus heridas, aún no se borran.Las cicatrices generadas por aquella tarde de horror todavía no se han ido y, como ella mismo dice, nunca se irán. La mujer que sobrevivió a la brutal agresión por parte de dos hombres pidió que mantengamos en reserva su nombre, la llamaremos Melissa, quien vive dispuesta a encarcelar a quienes casi le arrebatan la vida.

Su historia no es diferente a la de muchas mujeres de Quito. En la mente de Melissa se guarda claramente el recuerdo de sus agresores, pero su malestar aparece en su voz entrecortada y sus manos inquietas.

Con ciertas pausas y la mirada perdida, Melissa relata que la mañana del 8 de enero del 2022, caminaba por el sector de El Chaquiñán, ubicado en la parroquia de Cumbayá. De un momento a otro, dos hombres salieron de la nada y con un cuchillo en mano le dijeron que les diera todo lo que traía consigo. "Yo puse resistencia porque ahí tenía el dinero, el bono de mi mamita”, menciona abrumada mientras toma un sorbo de agua para controlar los nervios.

Melissa no dejaba que los dos sujetos se llevaran el bolso donde cargaba el dinero. Mientras forcejeaban, uno de los hombres sacó un cuchillo y le propinó varias puñaladas en el cuerpo. “Prefiero no recordar más” indica Melissa mientras mira la cicatriz en su mano derecha. Pero su desdicha no terminaba ahí, ya que los dos hombres la sujetaron de manos y pies, procedieron a quitarle su ropa y abusaron de ella por varias ocasiones. Según comenta, lo sintió como una eternidad y, aunque trata de olvidarlo, las graves heridas en su cuerpo no lo permiten. Luego del traumático hecho, Melisa temía salir a la calle o trasladarse a su trabajo pues se convirtió en una pesadilla. No podía dejar su hogar porque pensaba que nuevamente sucedería y que esta vez no correría con la misma suerte de despertar en un hospital.

Al hablar del proceso judicial, su semblante cambia e incluso acomoda su posición, ya que el tema le genera indignación. Melissa abre una carpeta y pone sobre la mesa varios documentos que demuestran la violación y el intento de asesinato contra ella. “Ha pasado más de medio año y aún no hay sentencia para esos desgraciados”, dice. Su ira no solo es por lo que sucedió, también es por la falta de agilidad de la justicia. Cuenta que, a lo largo de su recuperación, conoció a más mujeres que pasaron por agresiones similares, unas causadas por la delincuencia y otras por la violencia de género.

Ser mujer en Latinoamérica se ha convertido en un reto de alto riesgo, salir de casa es un constante desafío. Según la Organización de los Nacionales Unidas (ONU), las mujeres forman parte de las mayores estadísticas de robo y asesinatos. La información que se guarda en el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) y Fiscalía General del Estado (FGE) corroboran los datos de la ONU.

Además, en el caso de la provincia de Pichincha, desde el 1 de enero del 2014 hasta el 31 de diciembre del 2021 se cuenta con un total de 175 femicidios. De estos casos, al menos 181 hijos e hijas perdieron a su madre por la extrema violencia de género.

Según el informe de la Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo (Aldea) cada 17 días se comete un femicidio en la provincia de Pichincha. Las armas más utilizadas por los femicidas en la zona son: las armas blancas (44%) y las manos y cuerpo (27%).

La violencia de género se presenta de diferentes maneras: desde violencia patrimonial (como retención o destrucción de objetos, bienes o dinero que son necesarios para satisfacer sus necesidades), sexual, física y psicológica, y, en el peor de los casos, la muerte. Miles de ecuatorianas, al igual que Melissa, han pasado por esa pesadilla que implica no sólo tener que vivir con el temor a que se repita aquel capítulo, sino también por la nula acción de la justicia que impide condenar a los culpables.

La violencia deja un impacto inmediato y de largo alcance, que afecta negativamente al bienestar de las mujeres y su plena participación en la sociedad. Hoy Melissa ha superado el trauma de no poder salir de su hogar, pero no podrá borrar las huellas generadas de tan fuerte agresión.

Familiares de Johanna piden que se reanude el proceso y haya una sentencia



El miércoles 2 de febrero de 2022, el cuerpo de Johanna Guayguacundo fue encontrado sin vida en una zanja en Calderón, norte de Quito. Johu, como la llamaban sus amigos, fue fundadora y subdirectora del medio Wambra Sapo, iniciativa que surgió en las aulas de la Facultad de Comunicación Social (FACSO), también era colaboradora del medio digital Hoja de Ruta.

Según la investigación de la Fiscalía, Johanna fue vista cerca de una tienda del sector. Un testigo observó cómo el agresor, su expareja, golpeaba a la joven periodista el día que se cometió el crimen. A la mañana siguiente su cuerpo fue encontrado con signos de asfixia por estrangulamiento.

Testimonios proporcionados por amigos y familiares de la víctima al medio Wambra Sapo afirman que trató de poner una denuncia por violencia. Agregan que la Unidad de Flagrancia le dijo que no podía hacerlo porque la agresión había sido el día anterior y además el procedimiento debe realizarse frente al agresor.

El 3 de agosto la jueza Janeth Chauvin, de la Unidad de Violencia Contra la Mujer e Infracciones Flagrantes, dictó prisión preventiva contra Carlos Fernando E., de 28 años, como presunto responsable del femicidio de su pareja. En un comunicado, suscrito por medios digitales, comunitarios y colectivos de mujeres, se informó que, tras un largo proceso de investigación, los hallazgos determinan la presencia de ADN de Johanna en la ropa del agresor. Además, señalan que existen mensajes por, correos electrónicos con contenido de extorción hacia la víctima, lo que evidencia un ciclo de violencia y manipulación durante varios años. La audiencia fue suspendida y al momento no se conoce la fecha para reanudar el proceso.

La Fiscalía General del Estado, mediante a través del Equipo de Seguimiento de Casos de Violencia de Género de su Dirección de Derechos Humanos, se ha activado y brinda apoyo a los familiares de la víctima con a través de primeros auxilios psicológicos, apoyo y control emocional.


En Ecuador, la violencia machista va en aumento. Durante los primeros cinco meses del 2022 se reportaron 118 muertes violentas por razones de género. El reporte de la Alianza Feminista para el Mapeo de los Femi(ni)cidios en el Ecuador, elaborado por La Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo (Aldea), menciona que de estos casos 53 fueron feminicidios de carácter íntimo, sexual, familiar u otro, cinco fueron transfemicidios y 60 femicidios por delincuencia organizada. Esto significa que hay una muerte violenta por razones de género cada 30 horas y 31 minutos en el país.

Según los datos registrados por la misma fuente, desde el 1 de enero del 2014 hasta el 31 de mayo de 2022 se han contabilizado un total de 1.163 casos de femicidios a nivel nacional.

Llamados de auxilio

La ciudad de Quito presenta altos índices de violencia y criminalidad, y son las mujeres uno de los grupos más afectados. El reporte del ECU 911 señala que, entre enero y marzo de 2022, se atendieron 5 696 emergencias relacionadas con violencia intrafamiliar en la capital. Las llamadas denuncian agresiones físicas, psicológicas y sexuales hacia la mujer y otros miembros de la familia.


Además, la violencia de género no es el único problema que enfrenta la capital. Las boletas de apremio, los robos y el tráfico ilícito son los delitos que ocupan los primeros lugares en detención según la Fiscalía.

Detenidos en Quito por las principales causas. (enero a abril de 2022)




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